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A propósito de los monasterios. Más allá del valle

Más allá de uno mismo

Siempre es un placer presentar en el blog una entrada escrita por uno/a de nuestros participantes.
Escribir supone pensar y repensar sobre lo vivido, sobre lo que se quiere contar y por qué se quiere contar. Narrar una vivencia supone el riesgo de mostrarse ante los demás, riesgo que no todo el mundo está dispuesto a asumir. 
José Luis Martínez Arce, Madrid, 24 años se ilusionó con lo que le propuse. Ser la nueva avanzadilla del 23 en nuestro trabajo sobre monasterios. Fue solo, en invierno, y dispuesto a escuchar, a observar y pensar más allá de los discursos, los ruidos y las contiendas políticas y debates de moda. 

José Luis se atrevía con todo lo que sugiere el silencio que no acomoda, sino que interpela. Fruto de aquellos días es este relato. Aquí va 

 

     MÁS ALLÁ DEL VALLE  (Por José Luis Martínez Arce )

Existe un lugar entre el Escorial y Guadarrama que difícilmente pasa inadvertido a los ojos de la gente. Un espacio  marcado por tabúes y mistificaciones que siguen hasta nuestros días. Hablo del Valle de los Caídos, un monumento erigido en 1958 con el principal objetivo de unificar bajo el símbolo de la cristiandad a una España que había quedado dividida por la guerra.

Objeto de controversia y confrontación política en los últimos años, pareciera que se ha olvidado su razón de ser primera, la espiritual. Y es ahí donde me quiero centrar. En estas lineas voy a contar  mi experiencia conviviendo con los monjes de la Orden Benedictina que allí habitan.

En invierno, entre semana, sin turistas. 

Llegué un lunes 12 de Diciembre, rodeado por un silencio y una niebla  casi perennes en esas latitudes. No pude evitar hacer alguna foto en los alrededores antes de mi encuentro con el fraile hospedero  en la abadía.

Después de realizar un breve tour por las distintas estancias, me instalé en mi habitación con la extraña sensación de haber viajado varios siglos atrás en el tiempo. Y es que la arquitectura del lugar junto a la onírica atmósfera que allí se respiraba me transportaban a una época medieval.

 

Me pusieron  al día de los horarios y rutinas que seguían para poder participar de aquellas que quisiera. Básicamente estas se componían de los rezos en la capilla acompañados del mítico canto gregoriano, la misa litúrgica abierta al público y los recreos donde poder conversar. Además de esto, también dedican buena parte del día al estudio de disciplinas intelectuales tales como la filosofía y la música.

 

Durante la tarde pude conocer al prior del Valle así como a otros de los monjes que allí conviven, entre ellos , un joven de 23 años que junto con el hermano hospedero, son  con los que más trato tuve.

 

Me suscitaba gran curiosidad el poder conocer de cerca la forma que tiene un monje de entender la vida en pleno siglo XXI. Y es que desde el principio siempre tuve una pregunta rondándome la cabeza: ¿qué le conduce a un hombre a apartarse de la sociedad para llevar una vida de  de clausura? Sobre todo en una época donde los lujos y comodidades están a la orden del día.

 

Me explicaba que el principio de “Ora et labora” junto con el de la austeridad son una parte fundamental de la Orden Benedictina, y que pese a vivir de ese modo, se sentían muy libres; una libertad que no depende de bienes materiales. Esto me hacía reflexionar sobre el concepto de cárcel y cómo los barrotes muchas veces no son físicos sino mentales.

 

Hablamos de diversos temas tales como la situación política y social actual, las artes o la historia, pero sobre todo hablamos de espiritualidad, que de alguna manera es lo que subyace a todo lo demás. La espiritualidad entendida como todo aquello que hace referencia al espíritu y se sale del marco de lo puramente racional.

Nunca es fácil abordar un tema tan abstracto y personal como este. Por añadidura estaban las diferencias que pudiéramos tener respecto a la forma de experimentar la espiritualidad,  pero si que coincidíamos en ciertos puntos muy relevantes.

Materia y espíritu

La conversación giraba en torno a la lucha eterna entre el mundo de la materia que estaría representado por la serpiente, y el mundo espiritual representado por el hombre y su voluntad. Una lucha que se empieza librando dentro de uno mismo y que tiene su eco en el mundo exterior.

También comentábamos la situación espiritual de la sociedad actual, y del predominante estado de embriaguez materialista en la que está sumida, quedando alejada de toda conexión con lo divino en cualquiera de sus representaciones.

Pensamos que era necesario trabajar el desapego para trascender la materia. Vivir con los pies en la tierra pero con visión sobrenatural, como receta para tomar  las riendas de tu propia existencia. Y es que el camino espiritual es una senda vital que cada uno recorre en soledad con sus luces y sombras.

Más allá de los ruidos de la mente y de los constantes estímulos a los que estamos sometidos existe un espacio dentro de cada ser humano despojado de toda capa de superficialidad esperando a ser descubierto.

Quería terminar dando las gracias a la Asociación Patrimonio para Jóvenes por brindarme esta oportunidad así como a los monjes por su hospitalidad y atención. Ha sido una muy grata experiencia de aprendizaje y crecimiento personal que nunca olvidaré.

 

 

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Primavera en Artazcoz e Izu

El confinamiento perimetral al que nos hemos visto sometidos todos estos meses, nos ha condicionado y mucho las salidas y el modo de hacer las actividades. Eso no quiere decir que no lo hayamos disfrutado. Hemos disfrutado de los pequeños detalles, quizás hemos aprendido a mirar con mayor calma . Así comenzamos en Villava y luego en Asiain allá por Enero y si alguien quiere recordarlo que siga en este enlace 

 

Asiain pertence a la Cendea de Olza, como Ororbia, Ibero y el lugar que presento hoy, Artazcoz y de refilón, Izu. Sobre el término » Cendea» dejo información a través de la Gran Enciclopedia de Navarra  Artazcoz lo conocí en compañía de Berta Guindano, fuimos para preparar la visita del resto de chavales y lo primero que pensamos es que la iglesia con la que abro esta entrada, estaba cerrada al culto. Aunque restaurada la cubierta, daba cierta sensación  de olvido y abandono. Para nuestra sorpresa no fue así y cuando la conocimos nos llamó la atención. Todo lo que puede tener de tosco o rudimentario lo tiene de encanto rural. 

El propio retablo central sirvió para conversar sobre las diferencias entre lo que es «arte» y lo que es patrimonio cultural, lo que tiene un valor por ser identitario de una comunidad, un objeto de culto, un elemento que une desde el punto de vista afectivo a una comunidad. 

Una comunidad por cierto bien escasa en Artazcoz. Pocos vecinos 26 según se indica en la web del ayuntamiento. Pero un lugar con un paisaje espectacular, una arquitectura autóctona imponente e incluso con casas rurales como la que pudimos visitar, Casa Larriz 

Decorada con exquisito gusto y reaprovechando objetos antiguos, es un ejemplo de negocio rural  y familiar que puede revitalizar un pueblo y una zona. El proyecto de rehabilitación que llevó su tiempo, iba a ver la luz e inaugurarse el 14 de Marzo del 2020. No hace falta explicar qué ocurrió. 

Luego, el verano fue época de cierta recuperación pero la casa sigue con la incertidumbre de tantos pequeños negocios en España. Ojalá el panorama esperanzador de las vacunas, haga recuperar a casa Lárriz y a todos la deseada » normalidad». 

Ana Larreta nos explicó cómo encontraron restos de vigas, de aperos de labranza, muebles, telas bordadas… todo ha sido tratado con mimo y esmero y se ha creado un ambiente acogedor con sabor a tierra propia, a pertenencia , a identidad. 

Otro ejemplo de conservación ha sido el lavadero 

 

Recientemente restaurado en » auzolan» ( que significa Trabajo Vecinal) pudimos comparar este lavadero con los que habíamos visto en Ororbia e Ibero 

¿ En qué se parecen? ¿ Qué diferencias hay respecto, por ejemplo a la localización? Charlamos haciendo un repaso sobre los lavaderos que aun quedan en Navarra, vestigio de una vida y unas costumbres, el recuerdo de que no siempre hubo lavadoras y agua en las casas. 

Así nos fuimos de Artazcoz, un pueblo del que Pilar Ortuño comentó que era el perfecto escenario para una película y es que efectivamente, su arquitectura es llamativa ¿ Cómo será su conservación con solo 26 vecinos? Por cierto que a la hora de buscar documentación sobre estas casas, solo encontré listado de pleitos entre vecinos en siglos pasados. Esos asuntos permitían una investigación sobre propiedades, linajes… pero para una entidad como la nuestra y nuestros objetivos, no venía a cuento dedicar tiempo a profundizar en tales cuestiones. Supongo que será material extraordinario para alguna tesis doctoral. 

Días antes, había contactado en Izu ( muy cerca de Artazcoz) con la persona que nos podía abrir la iglesia. De hecho, muy amablemente me la enseñó y quedamos en que la pudieran ver los chicos y chicas el día de su visita. Nos proporcionó la llave, pero al no poder acompañarnos, no fuimos capaces de abrir la puerta. 

Queda la foto para el recuerdo de nuestro camino hacia la pequeña iglesia, esta si que sin culto desde hace años. 

A propósito de este lugar, María Rodríguez comentó que el caminar hacia un lugar y el hecho de intentar abrir una puerta, que no pudiéramos y el miedo que nos daba hacer una mala maniobra, le resultaba toda una metáfora sobre el patrimonio humilde de los pueblos pequeños. Tan cercano y tan inaccesible por desconocido, o por olvidado, y a veces, aunque no era esta la ocasión, por descuidado. 

La Cendea de Olza ofrece la posibilidad de paseos a través de caminos señalizados. Son recorridos preciosos aptos para cualquier edad y suponen un contacto con el paisaje y el patrimonio arquitectónico que bien vale la pena. 

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Ororbia e Ibero (Navarra)

Se cumple un año del confinamiento. Ahora ya podemos salir de casa pero aun así las restricciones siguen siendo severas. Entre otras cosas, hay un cierre perimetral de Comunidades Autónomas.

Se impone además la prudencia. En Patrimonio para jóvenes llevamos meses haciendo trayectos muy cortos, evitando compartir coche y cuando hay que hacerlo, con mascarillas, ventanas bajadas y lo dicho, poco rato. Por eso nos movemos muy cerca de Pamplona. Pero estas circunstancias hay que convertirlas también en una oportunidad. Conocer lo que nos rodea con mas detalle, con mas tiempo, con mayor atención , en definitiva, vivimos la experiencia de la contemplación.

Contemplar lo cercano es el estribillo del blog en este 2021

Se pueden hacer pocas cosas, pero hay que hacerlas.

Ororbia un lugar muy querido para nosotros

Ororbia es la capital de la Cendea. Paisaje, bonitas casas , un lavadero restaurado con cuya imagen abro esta entrada  y el gran retablo de la iglesia de San Julián. En torno a ese retablo hicimos un evento sobre moda e indumentaria con Consuelo Sanz de Bremond. Se puede leer aquí.

También visitaron este lugar nuestros amigos de Pastrana, tras el intercambio que hicimos entre navarros y alcarreños . Para recordar, seguir leyendo en este enlace.

Gracias a nuestra amiga Inés, y al párroco Don José María, pudimos contemplar de nuevo y con nuevos amigos, el retablo . Dato curioso, repetido y cuanto mas repetido, resulta mas preocupante; la mayoría de los presentes habían pasado por Ororbia, muchos en bici, pero ni conocían la existencia de esta obra de arte. Entre los presentes, algunos profesores, profesores navarros, no recién llegados de América ¿eh?

Como siempre, invité a todos a que llevaran prismáticos. Observar un retablo al detalle siempre genera sorpresa. Luego, las historias, la vida del santo, algunos detalles de indumentaria, de vida cotidiana del siglo XVI, escenas de la infancia de Jesús, etc.

Un artículo de María Josefa Tarifa Castilla, de la Universidad de Zaragoza, sobre el retablo de San Julián de Ororbia, se puede leer en este enlace

Nos dirigimos después al lavadero.

Un estudio sobre los lavaderos de la cuenca de Pamplona , que se encuentra disponible en PDF, se titula “Lavaderos en la Cuenca de Pamplona” por Inmaculada Avila Ojer en Cuadernos de etnología y etnografía de Navarra”

IBERO. Un descubrimiento.

Se ha puesto de moda por la extensión del parque fluvial con un tramo precioso que llega hasta aquí desde Arazuri. Las pasarelas de madera, lo precioso del paisaje, las ganas de pasear que todos tenemos han hecho que los iberotarras se sientan algo invadidos en las últimas semanas. Y nos cuentan con cierto recelo que no todo el mundo que llega se porta bien. Efectivamente, al final de nuestra visita comprobamos como una señora del pueblo se dirigía disgustada y enfadada a una familia. Se encaraba – con razón- a los padres de unos niños que le habían pateado y estropeado la puerta de madera de su casa. Falta de respeto, falta de educación. Qué pena.

La importancia del patrimonio vivido.

Vivir y sentir el patrimonio. Esa es la oportunidad que nos brindó a nosotros Ibero y fue una maravilla la atención que recibimos de María Jesús Tina Ruíz. Con qué pasión nos contó cosas de su abuelo, del bisabuelo, de cómo trabajaban la madera, de sus recuerdos de la parroquia… fue un regalo.

Además tuvo la amabilidad de ir con nosotros hasta el cementerio. Qué paseo, qué conversación. Una de las cosas que nos preguntamos todos es ¿ qué va a pasar cuando señoras como María Jesús ya no estén?¿ Quién custodia y guarda sus recuerdos?

Nos contó que tuvo un hermano remontista. De hecho, visitamos con ella la tumba. Una tumba preciosa con nos dijo María Jesús, los dos amores en vida de su hermano : el remonte y la agricultura. Sobre el remontista Jesús Tina encontré una reseña en Deia, para quien quiera leerla este es el enlace.

Esta es la sepultura de Jesús Tina y desde aquí el recuerdo y el homenaje de todo el grupo de Patrimonio para jóvenes

Pleno campo para poder comer separados, con todas las medidas de seguridad que las circunstancias requieren.Nuestro camino continuó en medio de un paisaje que ya anunciaba la primavera, y vimos también un puente con mucha historia. Animaros a dar un paseo por ahí y a leer los carteles.  Hay que crear curiosidad, ¿no?

Un descanso tras haber visitado la iglesia, el frotón y luego de camino a otro lavadero. Mas pequeño que el de Ororbia, se encuentra sin embargo en un paraje excepcional.

Tiene un cartel con información : data de 1924 y fue restaurado en “ Auzolan” (trabajo vecinal) en 2004. Esos trabajos en comunidad para preservar el patrimonio son muy meritorios y bien merecen dar las gracias, la enhorabuena y por supuesto cuidar y proteger lo que con tanto esmero nos ofrecen para nuestro disfrute y aprendizaje.

Nos quedan mas rincones por descubrir, gentes a las que saludar y agradecer sus atenciones. Empezamos nuestro caminar por la Cendea de Olza en Asiain. El relato está aquí junto a otra visita de invierno. Seguir en este enlace Son tiempos para contemplar. Para sentir el regalo de lo cercano, de su historia y sus gentes.

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Gallipienzo, una experiencia.

                            Preguntad a Google

 sello-mec-v2-smSi alguien no ha hecho la prueba, que lo haga ahora. Buscar Gallipienzo en Google y ver todo lo que sale. A eso hay que añadir trabajos de investigación, etc. Es muy complicado decir algo nuevo sobre este lugar.  Además, no creo que a estas alturas de Patrimonio para jóvenes, alguien nos lea buscando una información nueva, desconocida, rompedora. Quien nos lee, o al menos quien nos lee y nos conoce, busca nuestra vivencia. Y sobre vivencias siempre hay algo que contar. Y en Gallipienzo, fueron especiales por varios motivos.

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                                Guiados por un arquitecto restaurador

Visitar Gallipienzo, fue una propuesta de José Luis Franchez Apezetxea. Tiempo atrás, al comienzo del curso 15/16, tuvimos un encuentro a propósito del pórtico de San Vicente de Larumbe. Fue entonces cuando me  dijo; Cuando llegue el buen tiempo y los días alarguen, si quereis, vamos a Gallipienzo.Y claro que quisimos.

Interrumpir el blog en verano, y luego la vida misma hacen que publique sobre este evento varios meses después de la visita.

Impacta el camino. Por allí no se pasa, a Gallipienzo hay que ir. Impacta el paisaje y , al llegar, lo escarpado y complicado que es subir por sus calles. En esas calles había que vivir, en invierno, verano, con hielo, con lluvias, con viento, sin electricidad, internet y un buen coche para salir de allí, una ambulancia o un helicóptero. Vivir allí, en los siglos XII, XIII….. XV… e incluso en el XX. Algo sobre lo que siempre procuro hacer reflexionar a los chicos.

                                      Vivir … construir …restaurar…

Y en medio de ese paisaje, San Salvador.  Como dice el profesor Martínez Álava en «El arte gótico en Navarra» :«encastillada pintorescamente en torno a un escarpe espectacular. En lo alto de la villa, desde los últimos años del siglo XII se había iniciado un templo que, aprovechando el pronunciado desnivel de la parcela , preveía organizarse en dos niveles. Solo se había conseguido completar el inferior , con la cripta que hoy podemos contemplar..» Y en la cripta la voz de José Luis, y su explicación sobre la restauración, y su narrativa suave, medida, entrañable. Transmitiendo la emoción del  profesional que  llega a un lugar tan especial y tiene que «escuchar» a lo edificado antes de intervenir.

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José Luis no solo nos explicó algunas cosas sobre la restauración de San Salvador, sino que también nos habló de los motivos y criterios que se deben de tener en cuenta a la hora de decidir si hay que restaurar un edificio o no. Asunto bien interesante.

Con tanta amabilidad y cercanía nos hablaba José Luis, que Víctor Peñas Núñez, un alumno de bachillerato, se animó a dedicarle  un ejemplar de su primera novela.

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Atención a la cara de concentrados que tienen los dos…

                      Espacios en los que se detiene el tiempo

El interior de San Salvador se puede explicar técnicamente, se puede hablar de sus pinturas, la estrechez del presbiterio… la altura…pero solo se puede entender su grandeza cuando se entra. Sobre todo si como nosotros, se entra en un grupo pequeño, sin que el silencio se interrumpa. Cuando se puede contemplar el edificio y su magnífico efecto de luces y sombras.

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                        Y no podía faltar ¡el campanario !

Uno de los espacios preferidos por los chicos de Patrimonio para jóvenes. Los campanarios. Campanarios que a veces nos dan sorpresas como conté en la entrada anterior con el hallazgo de Victoriana Arizaleta. En esta ocasión la sorpresa fue el paisaje desde la altura. Y por supuesto, lo imponente de la construcción.

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                                   Y una despedida

En Gallipienzo nos despedimos por un curso de Víctor y de David. Víctor leerá esta entrada desde Canadá y David lo hará desde los Estados Unidos. A los dos les deseamos una feliz estancia . Antes de que se fueran, la asociación les regaló un ejemplar a cada uno de » El arte gótico en Navarra». Seguro que este verano no se lo han leído, ni lo harán el siguiente. Pero cuando vuelvan a encontrar este libro en su casa recordarán que llegó a sus manos las semanas-antes-de-ir-a-América. Y el día que por fin le dediquen un tiempo, se acordarán de Gallipienzo. 

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                                     Con torrijas y todo

El día estaba incierto pero al final nos respetó la lluvia y en medio de ese paraje tan espectacular , terminamos la visita comiendo torrijas. En el campo y con ese paisaje de fondo, nos supieron a gloria. Belén Perfecto dijo que eran las mejores torrijas que había comido en su vida. Se ve que la chica estaba con hambre… Lástima que no hay fotos de las torrijas, Borja y Clara habían dejado sus cámaras para no perder su ración , jejeje.

Gracias José Luis por habernos ayudado a experimentar y vivir Gallipienzo Viejo. No se nos olvidará este día.

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